La fortaleza mental no es un don exclusivo de algunos, ni tampoco un estado permanente que se alcanza una vez y dura para siempre. Es una habilidad que se cultiva a través de la práctica constante, y Amy Morin, en su libro «13 Things Mentally Strong People Don’t Do», nos recuerda cómo podemos tomar el control de nuestras vidas, abrazar el cambio y enfrentar el miedo. Este artículo es una guía profunda sobre las enseñanzas clave del libro, invitándote a reflexionar sobre las prácticas que podrían estar frenando tu potencial y cómo puedes transformarlas en pasos hacia una vida más feliz y exitosa.
Amy Morin presenta 13 comportamientos comunes que las personas mentalmente fuertes evitan. Estos comportamientos son, muchas veces, manifestaciones de pensamientos y patrones de conducta que nos impiden alcanzar nuestros objetivos. En vez de enfocarnos en cómo ser más fuertes directamente, el libro nos da un giro novedoso: identifica qué no debemos hacer para mantener nuestra mente y nuestras emociones alineadas con nuestro bienestar.
A lo largo de este artículo, exploraremos cada uno de estos 13 puntos con detalle, compartiendo cómo podrías estar manifestando algunos de estos comportamientos sin darte cuenta, y qué pasos concretos puedes tomar para liberarte de ellos. Te invito a que te acerques a este proceso con mente abierta, reconociendo que la autocomprensión es el primer paso hacia el crecimiento personal.
1. No Perder Tiempo Sintiendo Lástima de Uno Mismo
Sentir lástima por nosotros mismos es algo humano; la vida tiene sus dificultades, y a veces se siente injusto. Pero cuando nos quedamos atrapados en un ciclo de autocompasión, renunciamos a nuestro poder personal. Amy Morin nos dice que la clave para dejar de sentir lástima por uno mismo es reconocer que todos enfrentan adversidades, y que la vida, con sus retos, también ofrece oportunidades de aprendizaje.
Imagínate a una persona que tras perder un trabajo decide enfocarse exclusivamente en lo injusta que fue la situación. Este pensamiento lo deja estancado, incapaz de avanzar o de ver otras posibilidades. Sin embargo, una alternativa sería aceptar el dolor inicial, pero luego elegir buscar nuevas opciones: tomar un curso, fortalecer sus redes de contacto o empezar un proyecto pendiente. Este tipo de acción proactiva es lo que transforma la situación de una pérdida a una oportunidad.
Una manera práctica de aplicar esto en tu vida es llevar un diario de gratitud. Anota cada día tres cosas por las que estás agradecido. Esto te ayuda a cambiar el foco de atención de lo que falta o está mal, a lo que sí tienes y lo que está funcionando. Es un cambio pequeño, pero con efectos acumulativos poderosos. Además, este hábito de gratitud fomenta una mentalidad positiva, lo cual es esencial para cultivar la resiliencia y el optimismo en el día a día.
Otra forma de evitar la autocompasión es enfocarse en el servicio a los demás. Cuando nos involucramos en actividades de voluntariado o ayudamos a alguien más, nos damos cuenta de que todos enfrentan dificultades y que tenemos el poder de hacer una diferencia. Este enfoque nos saca de nuestro propio sufrimiento y nos conecta con el poder de la acción altruista.
2. No Renunciar a Tu Poder
Renunciar a nuestro poder ocurre cuando permitimos que las acciones de otros determinen cómo nos sentimos o reaccionamos. Es una actitud que nos deja vulnerables al control externo. Amy Morin explica que la fortaleza mental surge de mantenernos responsables por nuestras emociones y acciones, sin culpar a los demás por cómo nos sentimos.
Considera la siguiente situación: alguien hace un comentario crítico sobre tu trabajo. En lugar de enojarte y dejar que eso arruine tu día, podrías verlo como una oportunidad para aprender. Quizá hay algo de verdad en la crítica, o quizá solo refleja una opinión con la que no necesitas estar de acuerdo. No dejar que esa crítica te defina es una forma de mantener tu poder.
En la práctica diaria, esto se traduce en establecer límites claros. Si alguien te falta al respeto de manera recurrente, mantener tu poder puede significar comunicar cómo te sientes y, si es necesario, distanciarte de esa persona. No se trata de controlar a los demás, sino de controlar cómo permites que te afecten.
También es importante reconocer que renunciar a tu poder puede suceder de maneras más sutiles, como cuando buscamos constantemente la validación de otros para sentirnos bien con nosotros mismos. Recuperar nuestro poder implica reconocer nuestro valor intrínseco y dejar de depender de la aprobación externa para sentirnos completos. Un ejercicio útil para esto es practicar afirmaciones positivas diarias, recordándote tus cualidades y logros, y validándote a ti mismo sin necesidad de la aprobación de los demás.
3. No Temerle al Cambio
El cambio puede ser aterrador, pero es también una parte inevitable de la vida. Las personas mentalmente fuertes no solo aceptan el cambio, sino que lo abrazan como una oportunidad de crecimiento. El miedo al cambio, según Morin, a menudo se origina en la incertidumbre y en la pérdida percibida de control.
Una historia ejemplar es la de alguien que, tras una década en una empresa, se encuentra frente a la posibilidad de un ascenso que implica cambiar de ciudad. La incertidumbre y el miedo a dejar atrás la comodidad pueden ser paralizantes, pero también es una oportunidad para un nuevo comienzo, para el aprendizaje y para salir de la zona de confort. En muchos casos, quienes abrazan estos cambios terminan encontrando nuevos aspectos de sí mismos que no conocían.
En tu vida, podrías practicar enfrentar el miedo al cambio con pequeños pasos, como probar una actividad nueva cada semana, o cambiar una rutina cotidiana por algo diferente. Lo importante es fortalecer tu habilidad de adaptación, lo que te hará sentir más preparado cuando enfrentes cambios mayores.
Otra estrategia para enfrentar el cambio es visualizar los posibles resultados positivos del mismo. En lugar de enfocarte en lo que podrías perder, piensa en lo que podrías ganar. Imagina cómo sería tu vida si te adaptaras con éxito al cambio, qué nuevas habilidades podrías desarrollar y qué oportunidades podrían surgir. Esta práctica de visualización positiva te ayudará a reducir la ansiedad y a ver el cambio como una puerta hacia nuevas posibilidades.
4. No Enfocarse en lo que No se Puede Controlar
Hay muchas cosas fuera de nuestro control: el clima, el comportamiento de otras personas, o incluso ciertas decisiones dentro de nuestra empresa. Las personas mentalmente fuertes entienden que, al enfocar su energía en lo que sí pueden controlar, no solo son más efectivas, sino que también están menos estresadas.
Piensa en el tráfico. Puedes pasar 30 minutos estresándote y quejándote del atasco, o puedes elegir escuchar un audiolibro que has querido disfrutar, convirtiendo una situación incontrolable en una oportunidad para el crecimiento personal. Este cambio de perspectiva no es fácil, pero es transformador.
La próxima vez que te encuentres en una situación frustrante, pregúntate: “¿Es algo que puedo controlar?”. Si la respuesta es no, enfócate en lo que está bajo tu influencia: tu actitud, tu respuesta, y las decisiones que puedes tomar en ese momento.
Una técnica práctica para dejar de enfocarte en lo que no puedes controlar es el uso de listas de control. Haz una lista con dos columnas: en una, anota todo lo que está fuera de tu control; en la otra, escribe lo que sí puedes controlar respecto a esa situación. Esta simple práctica te ayudará a redirigir tu energía hacia lo que realmente importa y a liberar la ansiedad relacionada con lo que no puedes cambiar.
Otra herramienta útil es la meditación. La práctica de la meditación, especialmente aquellas que se enfocan en la aceptación, como la meditación de conciencia plena, puede ayudarte a soltar la necesidad de controlar lo incontrolable. Aprender a aceptar la realidad tal como es, sin tratar de cambiarla a la fuerza, es una forma poderosa de desarrollar la fortaleza mental.
5. No Intentar Complacer a Todos
La necesidad de ser aceptados y queridos es natural, pero vivir con el objetivo de agradar a todos es agotador y, a menudo, infructuoso. Amy Morin enfatiza que las personas mentalmente fuertes se sienten cómodas diciendo “no” y poniendo sus propias necesidades por encima de las expectativas ajenas cuando es necesario.
Un ejemplo claro es cuando te piden quedarte tarde en el trabajo, pero ya tenías planes importantes con tu familia. En lugar de aceptar por temor a decepcionar a tu jefe, una persona mentalmente fuerte evalúa el equilibrio entre su vida laboral y personal, y reconoce que es saludable establecer límites. Aprender a decir «no» con firmeza y empatía es una habilidad esencial para proteger tu tiempo y energía.
Puedes empezar por practicar decir “no” en pequeñas cosas: si no quieres ir a un evento social, declina cortésmente. Esto te ayudará a desarrollar el coraje para decir “no” en situaciones más significativas, priorizando siempre tu bienestar.
Otro aspecto importante es aprender a establecer límites claros. Establecer límites no significa ser egoísta, sino proteger tu energía y asegurarte de que estás cuidando tu bienestar. Puedes comunicar tus límites de manera amable pero firme, lo cual también te ayudará a cultivar relaciones más saludables y equilibradas. Practicar la autoafirmación, recordándote que no tienes la obligación de complacer a todos, fortalecerá tu capacidad para decir «no» sin sentir culpa.
6. No Temerle a Tomar Riesgos Calculados
Tomar riesgos es parte del crecimiento, pero no se trata de arriesgarse sin más. Las personas mentalmente fuertes saben cómo evaluar los riesgos y tomar decisiones informadas. Amy Morin distingue entre tomar riesgos impulsivos y tomar riesgos calculados: aquellos que implican una reflexión cuidadosa de los pros y los contras, así como de los posibles resultados.
Imagina a alguien considerando empezar un negocio propio. El riesgo es alto, pero también lo es el potencial de recompensa. La diferencia entre un riesgo calculado y uno imprudente es la preparación: investigar el mercado, desarrollar un plan de negocio, y considerar un plan B si las cosas no salen como se esperan. Este tipo de reflexión reduce el miedo y proporciona confianza para actuar.
En tu vida diaria, podrías empezar tomando pequeños riesgos calculados: hablar en una reunión donde normalmente te mantendrías callado, o acercarte a alguien con una idea nueva. Cada pequeño paso te prepara para los mayores retos y te ayuda a superar la parálisis que a veces acompaña al miedo al riesgo.
Un ejercicio útil es practicar el análisis de riesgos de manera escrita. Haz una lista de los pros y los contras de tomar una determinada decisión, luego pregúntate: “¿Cuál es el peor escenario posible, y cómo podría manejarlo?”. Esta práctica te ayudará a visualizar que la mayoría de los riesgos no son tan catastróficos como podrían parecer y te dará la confianza para avanzar.
También es valioso rodearte de personas que te animen a tomar riesgos calculados. Tener un sistema de apoyo que te respalde y te ofrezca diferentes perspectivas te permitirá tomar decisiones más informadas y sentirte acompañado en el proceso. Compartir tus intenciones con personas de confianza puede servir de motivación y ayudarte a vencer el miedo inicial.
7. No Vivir en el Pasado
Todos hemos tenido experiencias dolorosas o situaciones que desearíamos que fueran diferentes, pero vivir anclado al pasado es una receta para la insatisfacción. Amy Morin señala que una mente fuerte reconoce el valor del pasado solo como una fuente de aprendizaje, no como un lugar donde habitar.
Considera a alguien que, tras una relación fallida, sigue reviviendo las mismas discusiones y errores, sin permitirse avanzar. La clave está en aprender de la experiencia: ¿Qué enseñanzas puedes tomar? Quizá aprendiste la importancia de la comunicación clara o te diste cuenta de qué es lo que realmente buscas en una pareja. A partir de ahí, se trata de usar ese conocimiento para mejorar tu presente y futuro.
Una práctica que puede ayudarte es la meditación de conciencia plena (mindfulness). Esta técnica te enseña a estar presente en el momento actual, sin juzgar ni aferrarte a pensamientos pasados. Cuanto más presentes estemos, menos poder tiene el pasado sobre nosotros.
Otra herramienta poderosa es la escritura terapéutica. Dedica un tiempo para escribir sobre las experiencias del pasado que te están frenando. Expresa tus emociones sin restricciones y luego escribe sobre las lecciones que puedes extraer de esa experiencia. Este proceso de escribir y reflexionar te ayudará a liberar el apego emocional al pasado y a reenfocar tu energía en el presente.
Recuerda que el perdón es también una parte esencial de dejar ir el pasado. No solo se trata de perdonar a los demás, sino también a ti mismo. Perdonarte por errores cometidos o por decisiones que desearías haber tomado de otra manera es crucial para avanzar. Practicar la autocompasión, entendiendo que todos somos imperfectos y que cometer errores es parte de ser humano, es una forma efectiva de liberarte del peso del pasado.
8. No Repetir los Mismos Errores
Errar es humano, pero repetir los mismos errores es una señal de que no estamos aprendiendo de nuestras experiencias. Las personas mentalmente fuertes hacen una pausa para reflexionar sobre sus errores, extraen lecciones valiosas y aplican esos aprendizajes en el futuro.
Imagínate a alguien que constantemente pierde oportunidades laborales porque siempre llega tarde a las entrevistas. La clave aquí es reconocer el patrón y hacer los cambios necesarios: ajustar el despertador, prepararse la noche anterior, o incluso buscar ayuda para trabajar la gestión del tiempo. Aprender de los errores implica acción, no solo intención.
La próxima vez que enfrentes un resultado no deseado, toma un momento para reflexionar: ¿Qué podrías hacer diferente la próxima vez? Incluso podrías escribir una lista de acciones concretas para evitar caer en el mismo error.
Un enfoque práctico es el uso de un diario de aprendizaje. Cada vez que enfrentes un error o una situación desafiante, anótalo en tu diario. Describe lo que pasó, cómo reaccionaste, y qué podrías haber hecho de manera diferente. Al revisar este diario periódicamente, empezarás a identificar patrones y a trabajar conscientemente en romperlos.
También es útil buscar retroalimentación externa. A veces estamos demasiado cerca de la situación como para ver claramente nuestros propios patrones. Pedir a alguien de confianza que te dé su perspectiva sobre tus errores y cómo podrías evitarlos en el futuro puede brindarte una visión valiosa y ayudarte a mejorar continuamente.
9. No Sentir Envidia del Éxito de los Demás
El éxito de los demás puede ser fuente de inspiración o de envidia. Las personas mentalmente fuertes eligen la primera opción. Sentir envidia no solo es improductivo, sino que también puede envenenar nuestras relaciones y minar nuestra propia autoestima.
Una buena manera de enfrentar la envidia es preguntarte: “¿Qué puedo aprender de esta persona?”. Si alguien logró un ascenso en tu empresa, en lugar de enfocarte en el sentimiento de injusticia, podrías intentar aprender de sus habilidades o actitudes. Qué decisiones tomó, qué competencias desarrolló, y cómo podrías aplicar algo similar en tu propio camino.
Practica reconocer abiertamente los logros de los demás. Felicitar sinceramente a alguien que ha tenido éxito no solo refuerza tus relaciones, sino que también te libera del peso de la envidia y te permite enfocarte en tus propios objetivos.
Otra forma efectiva de lidiar con la envidia es enfocarte en tu propio desarrollo. Cuando inviertes tiempo y energía en mejorar tus habilidades y en alcanzar tus propias metas, tienes menos espacio mental para compararte con los demás. Establecer metas claras y trabajar hacia ellas te permitirá sentirte más realizado y menos propenso a caer en la trampa de la comparación constante.
Recuerda que el éxito no es un recurso limitado. Que alguien más tenga éxito no significa que haya menos oportunidades para ti. Adoptar una mentalidad de abundancia, creyendo que hay suficientes oportunidades para todos, te ayudará a ver el éxito ajeno como algo inspirador y motivador, en lugar de algo que genere resentimiento.
10. No Rendirse Tras el Primer Fracaso
El fracaso es parte inevitable del camino hacia el éxito. Amy Morin nos recuerda que los fracasos no son el fin, sino una parte crucial del proceso de aprendizaje. Las personas mentalmente fuertes reconocen el valor de la perseverancia y utilizan los errores como puntos de referencia para mejorar.
Imagina a un autor que recibe rechazo tras rechazo al enviar su manuscrito a editoriales. En lugar de rendirse, se pregunta qué podría mejorar y continúa afinando su obra. La historia está llena de ejemplos de personas que fallaron repetidamente antes de alcanzar el éxito, y la diferencia entre ellos y los demás fue su capacidad para levantarse una y otra vez.
Cada vez que enfrentes un fracaso, intenta verlo como una fuente de información. ¿Qué podrías hacer diferente? ¿Qué enseñanzas puedes extraer? Este enfoque no solo te ayudará a mejorar, sino que también te preparará para afrontar futuros retos con mayor resiliencia.
Una estrategia útil para enfrentar el fracaso es redefinir el significado de la palabra “fracaso”. En lugar de verlo como el final de un camino, míralo como una señal de que estás progresando y aprendiendo. Cada intento fallido es una oportunidad para afinar tus habilidades y acercarte más a tu meta.
También es útil rodearte de historias de perseverancia. Lee biografías de personas exitosas que hayan superado fracasos significativos. Estas historias no solo te inspirarán, sino que también te recordarán que el fracaso es una experiencia común en el camino hacia el éxito y que la clave está en no rendirse.
11. No Temerle al Tiempo a Solas
El tiempo a solas es un regalo valioso que nos permite reflexionar, crecer y conectar con nuestras propias emociones y pensamientos. Sin embargo, para muchas personas, estar solos puede ser incómodo. Amy Morin señala que las personas mentalmente fuertes no solo toleran, sino que valoran el tiempo que pasan consigo mismas.
Un ejemplo podría ser alguien que constantemente busca distracciones para evitar estar solo con sus pensamientos: redes sociales, televisión, eventos sociales. Pero el tiempo a solas es fundamental para el autoconocimiento. Nos permite analizar nuestras metas, evaluar nuestro progreso, y entender nuestros sentimientos sin el ruido externo.
Una forma de abrazar el tiempo a solas es establecer un espacio regular para la reflexión personal. Podría ser tan simple como un paseo de 20 minutos al día sin el teléfono, o dedicar una tarde cada semana para escribir en un diario. Estos momentos pueden revelarte mucho más de ti mismo de lo que imaginas.
El tiempo a solas también es una oportunidad para cultivar la creatividad. Muchas de nuestras mejores ideas surgen cuando estamos solos y sin distracciones. Dedicar tiempo a actividades creativas, como la pintura, la escritura o incluso la jardinería, puede ayudarte a conectar contigo mismo de una manera más profunda y a descubrir nuevos talentos y pasiones.
Además, aprender a disfrutar del tiempo a solas fortalece nuestra independencia emocional. Cuando somos capaces de sentirnos cómodos estando solos, sin necesitar constantemente la validación o la compañía de otros, desarrollamos una mayor confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de la vida de manera autónoma.
12. No Sentir Que el Mundo les Debe Algo
Las personas mentalmente fuertes no operan desde un lugar de merecimiento, sino desde un lugar de acción y responsabilidad. Morin nos advierte que creer que el mundo nos debe algo es una forma rápida de caer en la frustración y la insatisfacción.
Un ejemplo común es esperar un ascenso simplemente por los años de servicio. Pero el mercado laboral, como la vida, no opera bajo el principio de la deuda. En lugar de eso, las personas mentalmente fuertes se enfocan en cómo agregar valor: cómo pueden aprender más, contribuir más y evolucionar.
La próxima vez que sientas que el mundo te “debe” algo, intenta cambiar la perspectiva a “¿Qué puedo hacer para ganármelo?”. Este cambio te empodera, dándote el control sobre tus acciones y resultados.
También es importante desarrollar una mentalidad de gratitud. En lugar de enfocarte en lo que crees que mereces y no has recibido, enfócate en lo que ya tienes y en las oportunidades que se te presentan. La gratitud transforma nuestra perspectiva, ayudándonos a ver la abundancia en lugar de la carencia y a apreciar el valor de lo que ya hemos logrado.
Otra estrategia efectiva es establecer metas claras y desarrollar un plan de acción para alcanzarlas. En lugar de esperar que las cosas sucedan porque “lo mereces”, toma medidas concretas que te acerquen a tus objetivos. Esto te ayudará a sentirte más en control de tu destino y menos propenso a sentir que el mundo te debe algo.
13. No Esperar Resultados Inmediatos
Finalmente, la paciencia es una virtud clave en la construcción de la fortaleza mental. Vivimos en una época de gratificación instantánea, y muchas veces esperamos que nuestras metas se materialicen rápidamente. Amy Morin nos recuerda que el éxito verdadero toma tiempo, esfuerzo constante, y paciencia.
Considera a alguien que empieza un nuevo hábito, como correr, y se siente desmotivado porque no ve resultados tras una semana. Las personas mentalmente fuertes entienden que el progreso es gradual y que cada pequeño paso cuenta. La constancia es clave, y aprender a valorar el proceso tanto como el resultado final es lo que realmente nos lleva a alcanzar nuestras metas.
La próxima vez que sientas que los resultados tardan demasiado, recuerda que cada acción diaria está contribuyendo a un cambio mayor. Mantente enfocado en el proceso, no solo en el destino.
Una forma de cultivar la paciencia es celebrar los pequeños logros en el camino hacia tu meta. Cada paso, por pequeño que sea, es un avance y merece ser reconocido. Celebrar estos logros te mantendrá motivado y te ayudará a mantener una actitud positiva mientras trabajas hacia objetivos a largo plazo.
Además, es útil recordar que el crecimiento sostenible toma tiempo. Muchos de los cambios más significativos en nuestras vidas no son inmediatos, y los resultados duraderos suelen ser los que más tiempo y esfuerzo requieren. Aprender a disfrutar del viaje y a aceptar que el progreso lleva tiempo es esencial para mantener una mentalidad fuerte y resiliente.
Reflexión Final: Cultivando la Fortaleza Mental
La fortaleza mental es una práctica diaria. No se trata de ser perfecto ni de nunca sentir miedo o duda, sino de reconocer esos momentos y elegir cómo responder. Amy Morin nos brinda una guía clara sobre los patrones que debemos evitar para ser mentalmente fuertes, pero el trabajo real está en aplicar estas enseñanzas en nuestra vida cotidiana.
Cada uno de estos 13 comportamientos puede estar frenándonos sin que nos demos cuenta. Al reconocerlos y trabajar conscientemente en ellos, podemos empezar a recuperar nuestro poder, abrazar el cambio y vivir de manera más plena y con mayor sentido. Te invito a reflexionar sobre cuál de estos puntos resuena más contigo y a dar un pequeño paso hoy para cambiarlo. El viaje hacia la fortaleza mental no tiene un destino final, es un camino de crecimiento constante, y cada paso cuenta.
Para llevar estas enseñanzas a la práctica, es útil establecer un compromiso contigo mismo. Puedes escribir un contrato personal donde te comprometas a trabajar en uno de estos puntos durante un mes, estableciendo metas y acciones específicas que tomarás para mejorar. Revisar este contrato regularmente te ayudará a mantenerte enfocado y a ver tu progreso.
Recuerda que el apoyo de otras personas también es crucial en este viaje. Comparte tus metas y desafíos con amigos o familiares de confianza. Hablar sobre tu proceso y recibir retroalimentación puede ser una fuente de motivación y ayuda a mantenerte responsable de tus compromisos. La fortaleza mental no es un camino que se recorre solo; construir una red de apoyo te permitirá avanzar con mayor seguridad y confianza.