Playing to Win: How Strategy Really Works – Estrategias Reales para Crear Valor

Imagina por un momento que cada decisión que tomas en tu vida profesional es un movimiento estratégico, y que cada uno de esos movimientos tiene el poder de acercarte o alejarte del objetivo. Eso es, en esencia, de lo que trata el libro «Playing to Win: How Strategy Really Works» de A.G. Lafley y Roger L. Martin. Lafley, ex-CEO de Procter & Gamble, junto con el académico y consultor Roger Martin, nos invitan a pensar la estrategia como un juego serio donde el objetivo es, simple pero poderoso, ganar.

Este libro no se detiene en el nivel teórico de la estrategia, sino que se adentra en cómo hacerla realidad en cualquier empresa, en cualquier contexto. Los autores no están interesados en una definición abstracta de lo que significa «ganar», sino en cómo los individuos y organizaciones pueden establecer un rumbo claro y tomar decisiones concretas que los lleven hacia ese objetivo. Esta es una perspectiva refrescante que conecta la estrategia con la acción diaria, ofreciendo una guía clara para aquellos que desean realmente hacer una diferencia en su campo.

La propuesta central de «Playing to Win» no es complicada, pero sí profundamente transformadora. Lafley y Martin presentan una metodología clara para definir y ejecutar una estrategia única. Analizaremos cada uno de estos elementos fundamentales, desglosando cómo puedes utilizar estas ideas para jugar a ganar en tu propia vida profesional. La estrategia, según los autores, se basa en tomar decisiones deliberadas que, aunque a veces son difíciles, generan un rumbo sólido y efectivo hacia el éxito.

De la Estrategia a la Acción: Lo Esencial de «Playing to Win»

El libro está construido alrededor de cinco preguntas esenciales que cualquier líder debe responder para tener una estrategia efectiva. Estas preguntas no son solo aplicables a grandes empresas, sino que también resultan fundamentales si eres un emprendedor, un ejecutivo o incluso si estás liderando un pequeño equipo. La clave está en la claridad y la coherencia de cada respuesta. Estas preguntas sirven como un mapa que guía tanto a las empresas como a los individuos hacia el éxito, proporcionando un marco que facilita la toma de decisiones acertadas.

  1. ¿Cuál es nuestra aspiración ganadora? En cualquier organización, ya sea grande o pequeña, definir claramente qué significa ganar es el primer paso. Este no es un sueño abstracto, sino un compromiso tangible con el éxito. Lafley y Martin argumentan que establecer una aspiración clara no solo es fundamental para enfocar recursos y energía, sino también para inspirar a todos los involucrados a avanzar con dirección y propósito. Una aspiración ganadora tiene el poder de unificar a un equipo bajo una visión común, creando motivación y compromiso.

En la vida cotidiana, este principio también aplica a nivel personal. Por ejemplo, al gestionar una carrera profesional, definir qué significa “ganar” para ti —tal vez sea liderar un proyecto de alto impacto, ser reconocido como un experto en tu campo, o alcanzar un equilibrio entre vida laboral y personal que te haga sentir pleno— es lo que determina cómo gastarás tu tiempo y energía. Tener una aspiración ganadora personal te permite filtrar las oportunidades que realmente contribuyen a tu éxito, evitando distracciones que no agregan valor a tu vida.

Definir la aspiración ganadora no solo es importante para tener un objetivo claro, sino que también influye en la motivación y en la capacidad de superar obstáculos. En la práctica, una aspiración ganadora puede verse como el faro que guía nuestras decisiones en medio de la incertidumbre. Un ejemplo claro de esto es cuando una empresa decide posicionarse como líder en sostenibilidad dentro de su industria. Esta aspiración no solo establece una dirección estratégica, sino que también moviliza recursos, capacidades y cultura organizacional para alcanzar ese objetivo. A nivel personal, definir una aspiración ganadora puede ser igual de motivador: saber exactamente a dónde quieres llegar es el primer paso para construir el camino hacia allí.

Una aspiración ganadora bien definida también crea un sentido de urgencia y compromiso en los equipos. Cuando una organización establece claramente su intención de ser la número uno en su industria, cada miembro del equipo puede visualizar cómo su trabajo contribuye a ese objetivo común. Esto fomenta la cohesión, ya que cada persona sabe que sus esfuerzos tienen un propósito claro y que están alineados con la visión de la empresa. En el ámbito personal, tener una aspiración clara puede ser el catalizador que te permita superar desafíos y mantenerte enfocado en lo que realmente importa, incluso cuando las cosas se pongan difíciles.

  1. ¿Dónde jugaremos? Esta es una pregunta sobre enfoque. Las organizaciones exitosas no intentan ganar en todas partes. Seleccionan cuidadosamente los mercados, segmentos de consumidores o áreas geográficas en las que quieren operar. Al delimitar claramente dónde jugarás, estás alineando tus recursos y capacidades con oportunidades que realmente podrás capturar. Elegir dónde jugar es decidir en qué arenas competir, y es un elemento crucial porque los recursos son siempre limitados, y deben ser dirigidos hacia donde se puedan lograr los mayores resultados.

En tu propio entorno, este principio puede traducirse en enfocar tus esfuerzos en las oportunidades que tienen un verdadero potencial para ti. Quizá, en lugar de aceptar cualquier propuesta laboral, optes por centrarte en un sector específico que te apasione y donde puedas hacer una diferencia significativa. Esa claridad en el enfoque es la que te permitirá maximizar el impacto de tus acciones. Al decidir en qué áreas enfocar tu desarrollo personal, estás creando un camino más claro y directo hacia el éxito, evitando la dispersión de energía en actividades que no se alinean con tus objetivos.

La importancia de definir dónde jugar radica en que permite maximizar los recursos y esfuerzos, generando un impacto significativo. Imagina a un emprendedor que, en lugar de intentar abarcar un mercado amplio con recursos limitados, decide enfocarse en un nicho específico donde tiene ventaja competitiva. Este enfoque le permite posicionarse de manera sólida, creando un vínculo estrecho con sus clientes y ofreciendo un valor diferenciado. A nivel personal, esta misma lógica aplica: cuando decides dónde enfocar tus esfuerzos, puedes profundizar en esa área, obtener resultados más significativos y, eventualmente, convertirte en un referente.

Para las empresas, elegir dónde jugar implica tomar decisiones sobre qué segmentos de clientes atender, en qué regiones geográficas operar, y qué productos o servicios ofrecer. Esta decisión requiere un análisis detallado de las oportunidades disponibles y de las capacidades internas. Un ejemplo de una buena elección de dónde jugar es cuando una empresa de tecnología decide enfocarse exclusivamente en soluciones para empresas pequeñas y medianas, en lugar de competir con grandes corporaciones. Al centrarse en un segmento específico, la empresa puede adaptar mejor su oferta y ser más relevante para ese grupo de clientes, lo cual maximiza sus posibilidades de éxito.

A nivel personal, la pregunta de dónde jugar también es crucial para evitar la dispersión de recursos. Supongamos que eres un profesional que quiere especializarse en marketing digital. En lugar de intentar aprender todas las disciplinas del marketing, puedes decidir enfocarte en un área específica, como la publicidad en redes sociales o el marketing de contenidos. Este enfoque te permitirá adquirir una mayor profundidad de conocimiento y posicionarte como un experto en esa área, lo cual puede abrirte muchas más oportunidades laborales y de crecimiento profesional.

  1. ¿Cómo ganaremos? En esta tercera pregunta, Lafley y Martin plantean que una buena estrategia requiere definir cómo te diferenciarás. Las empresas deben determinar cómo ofrecerán un valor único a sus consumidores, cómo superarán a sus competidores, y cómo lograrán resultados financieros atractivos. Diferenciarse no es solo hacer algo distinto, sino hacerlo de una manera que realmente importe a tus clientes, que agregue valor y que sea difícil de replicar por los competidores.

A nivel personal, podrías pensar en tus capacidades como una combinación única de habilidades, experiencias y talentos que te diferencian de otros. Este es el punto donde definir una propuesta de valor clara puede ser la diferencia entre lograr tu “aspiración ganadora” o quedarte corto. Pregúntate: ¿cuáles son las habilidades que tienes que nadie más posee? ¿Qué puedes ofrecer que sea realmente valioso y difícil de imitar? En un mercado laboral competitivo, destacarte puede ser el resultado de una combinación única de habilidades técnicas, capacidades de liderazgo y una red de contactos sólida. Cada uno de estos elementos puede ser un factor diferenciador que te acerque a tu objetivo.

Para ganar, no solo es necesario definir cómo diferenciarse, sino también cómo sostener esa diferenciación a largo plazo. En el contexto empresarial, esto podría implicar la creación de una marca sólida, el desarrollo de patentes o la construcción de relaciones duraderas con los clientes. En términos personales, diferenciarte puede requerir que te mantengas actualizado en tu campo, que construyas una red sólida de contactos, o que adoptes un enfoque innovador en la resolución de problemas. Ganar implica hacer elecciones estratégicas sobre qué capacidades desarrollar y cómo ofrecer un valor que sea percibido como único e invaluable por aquellos a quienes quieres servir.

Las empresas que ganan consistentemente en el mercado son aquellas que no solo identifican una ventaja competitiva, sino que la explotan de manera efectiva y la sostienen a lo largo del tiempo. Un ejemplo de esto es Apple, que ha logrado diferenciarse a través de un diseño de producto superior y una experiencia de usuario excepcional. Esta diferenciación no solo le ha permitido ganar cuota de mercado, sino también mantener una posición de liderazgo en la industria tecnológica durante años. A nivel personal, diferenciarse puede implicar ser conocido por tu capacidad de resolver problemas complejos o por tener una habilidad especial para liderar equipos de manera empática. Estas cualidades pueden ser el factor que haga que otros te busquen y te reconozcan como un profesional único.

  1. ¿Cuáles capacidades necesitamos? Las capacidades son aquellas actividades y competencias esenciales que permiten a una organización o individuo cumplir con su estrategia. Para Procter & Gamble, esto significó dominar desde la investigación de consumidores hasta el marketing de gran impacto. Cada organización y cada persona tiene su propio conjunto de capacidades críticas que habilitan el éxito. Identificar qué capacidades son esenciales es clave para ejecutar la estrategia de manera efectiva.

Quizás, en tu carrera, desarrollar una capacidad clave sea el dominio de una habilidad específica, como la programación, la capacidad de negociación o una competencia en liderazgo emocional. Estas capacidades deben ser identificadas y desarrolladas de manera intencionada porque son la base sobre la cual se construye el éxito. Si quieres destacarte en un campo determinado, primero debes identificar cuáles son las capacidades que ese campo demanda, y luego dedicarte a perfeccionarlas. Esto puede implicar tomar cursos, practicar con proyectos reales, buscar mentorías, o incluso aceptar trabajos que te permitan desarrollar esas habilidades en la práctica.

La construcción de capacidades no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso continuo que requiere compromiso y práctica constante. En el ámbito empresarial, una empresa que desea ser líder en innovación deberá desarrollar capacidades relacionadas con la investigación y el desarrollo, la colaboración entre equipos y una cultura que fomente el pensamiento creativo. Del mismo modo, a nivel personal, las capacidades necesarias para alcanzar una meta pueden incluir habilidades técnicas, capacidades interpersonales y competencias de gestión del tiempo. La clave es tener claridad sobre qué habilidades son esenciales para tu éxito y luego dedicar el esfuerzo necesario para desarrollarlas.

En el contexto empresarial, las capacidades pueden ser vistas como los músculos de la organización: necesitan ser ejercitados y desarrollados continuamente para mantenerse fuertes. Por ejemplo, si una empresa desea ser conocida por su excelente servicio al cliente, debe invertir en entrenar a su personal, en desarrollar sistemas que faciliten la atención personalizada y en fomentar una cultura organizacional centrada en el cliente. Estas capacidades permitirán a la empresa no solo cumplir con su promesa de valor, sino también superar constantemente las expectativas de los clientes.

A nivel individual, construir capacidades implica ser proactivo en el aprendizaje y en el desarrollo personal. Si aspiras a convertirte en un líder dentro de tu empresa, necesitarás desarrollar habilidades como la comunicación efectiva, la toma de decisiones bajo presión y la capacidad de inspirar a otros. Estas capacidades se desarrollan a través de la práctica, la formación continua y la retroalimentación constante. Además, es fundamental identificar aquellas áreas en las que necesitas mejorar y trabajar en ellas con determinación. De esta manera, podrás estar mejor preparado para aprovechar las oportunidades que se presenten en tu camino.

  1. ¿Cuáles sistemas de gestión necesitamos? Finalmente, toda buena estrategia debe estar respaldada por sistemas de gestión coherentes. Esto significa implementar procesos y estructuras que aseguren que la estrategia se ejecute correctamente. Sin un apoyo operacional efectivo, incluso la mejor estrategia puede fallar. Los sistemas de gestión permiten monitorear el progreso, identificar desviaciones y corregir el rumbo cuando sea necesario.

En el nivel individual, esta idea puede traducirse en desarrollar rutinas diarias, sistemas de seguimiento de objetivos, o incluso la gestión de tu red de contactos. Estos son los mecanismos que te permiten mantener el rumbo y asegurarte de que estás progresando hacia tus metas. Por ejemplo, un sistema de gestión personal podría incluir el uso de una agenda para planificar tus actividades, establecer metas semanales y revisarlas periódicamente para asegurarte de que estás avanzando hacia tu aspiración ganadora. Estos sistemas no solo proporcionan estructura, sino que también te permiten mantenerte enfocado y motivado, especialmente cuando las cosas se complican.

La implementación de sistemas de gestión efectivos no solo implica organizar el trabajo, sino también garantizar que todos los involucrados tengan claridad sobre sus responsabilidades y objetivos. En una empresa, esto puede traducirse en establecer procesos que aseguren la calidad del producto, reuniones periódicas para revisar el progreso de los proyectos, y herramientas para medir resultados. En términos personales, un sistema de gestión eficaz puede incluir hábitos diarios como la meditación para mantener el enfoque mental, el uso de herramientas digitales para gestionar tareas, y la evaluación regular del progreso para ajustar las estrategias según sea necesario.

Los sistemas de gestión también ayudan a crear responsabilidad y a mantener la disciplina en la ejecución de la estrategia. En el contexto organizacional, tener sistemas de gestión bien definidos implica establecer indicadores clave de desempeño (KPIs), realizar revisiones periódicas y tener procesos que faciliten la coordinación entre diferentes áreas de la empresa. Estos sistemas aseguran que todos los involucrados entiendan qué se espera de ellos y cómo su trabajo contribuye al logro de los objetivos estratégicos.

En el ámbito personal, tener un sistema de gestión implica adoptar hábitos y rutinas que te permitan alcanzar tus metas de manera consistente. Esto puede incluir desde la gestión del tiempo hasta el establecimiento de metas a corto y largo plazo. Por ejemplo, un sistema efectivo podría ser dedicar 30 minutos cada día a la lectura y aprendizaje de nuevos conceptos relacionados con tu campo de trabajo, asegurándote de mantenerte actualizado y en constante desarrollo. Asimismo, el uso de aplicaciones de gestión de tareas y la revisión periódica de tus metas personales te ayudarán a mantener el enfoque y a corregir el rumbo cuando sea necesario.

Aplicar la Estrategia en tu Vida Profesional

Una de las claves de «Playing to Win» es entender que la estrategia no se trata solo de hacer elecciones, sino de hacer las elecciones correctas y comprometerse con ellas. Esta idea tiene resonancia inmediata cuando pensamos en nuestras propias decisiones profesionales y personales. A menudo, la diferencia entre el éxito y el fracaso radica en la calidad de nuestras decisiones y en nuestra capacidad para mantenernos firmes en ellas.

Para llevar las enseñanzas del libro a tu día a día, considera un caso simple: alguien que quiere avanzar en su carrera, pero siente que se encuentra estancado. Aplicando los principios de Lafley y Martin, el primer paso sería definir claramente cuál es la aspiración ganadora. Quizás sea conseguir un ascenso, cambiar a un sector diferente, o desarrollar un nuevo conjunto de habilidades. Definir esa aspiración permite que todas las acciones futuras estén alineadas con ese objetivo.

Una vez que esa aspiración está definida, la siguiente elección sería decidir dónde jugar. Esto podría significar enfocarse en un tipo de proyecto específico dentro del trabajo, buscar oportunidades en una industria emergente, o concentrarse en desarrollar una nueva habilidad que tenga alta demanda. Elegir dónde jugar implica también decir «no» a ciertas cosas. Quizás haya oportunidades que parezcan atractivas pero que no se alinean con tu visión a largo plazo. Saber rechazarlas te ayudará a enfocar mejor tus recursos.

La clave de cómo ganar viene de diferenciarte: quizás podrías ser la persona en el equipo que siempre aporta una perspectiva innovadora o alguien que es excelente construyendo relaciones dentro y fuera de la organización. Una estrategia efectiva requiere saber cuáles son las capacidades necesarias para alcanzar esa diferenciación, y luego comprometernos a desarrollarlas a toda costa. Esto podría significar dedicar tiempo extra al aprendizaje, buscar experiencias fuera del trabajo que te permitan adquirir esas habilidades, o encontrar un mentor que te guíe.

A medida que avanzas en la implementación de estas ideas, también es fundamental construir sistemas de gestión que te permitan mantenerte en el camino correcto. Estos sistemas pueden ser tan simples como una rutina de planificación diaria o semanal, o tan complejos como un software de gestión de proyectos que te ayude a monitorear el progreso hacia tus metas. La clave es crear un ambiente donde puedas medir tu progreso, aprender de tus errores, y ajustar tu enfoque cuando sea necesario.

En la vida profesional, la estrategia es un proceso dinámico que debe adaptarse constantemente a las circunstancias cambiantes. Un ejemplo de esto podría ser un profesional de marketing que, al ver cambios en las tendencias digitales, decide redirigir sus esfuerzos hacia el aprendizaje de nuevas plataformas de redes sociales para mantenerse relevante. Al aplicar los conceptos de «Playing to Win», este profesional no solo identifica las áreas donde puede jugar (nuevas plataformas), sino que también define cómo ganará (diferenciándose con estrategias innovadoras) y desarrolla las capacidades necesarias para tener éxito en ese ámbito.

Otra forma de aplicar la estrategia a nivel profesional es enfocarse en el desarrollo continuo de las capacidades que son fundamentales para el éxito. Por ejemplo, si trabajas en el sector tecnológico, mantenerte actualizado con las últimas tendencias y tecnologías es crucial para diferenciarte. Esto podría implicar asistir a conferencias, participar en cursos de formación o trabajar en proyectos innovadores que te permitan estar al día con las mejores prácticas del sector. A medida que desarrollas estas capacidades, también estarás fortaleciendo tu propuesta de valor y aumentando tus posibilidades de ganar en el mercado laboral.

Más Allá de la Empresa: Aplicando «Playing to Win» a Nivel Personal

Aunque «Playing to Win» se centra principalmente en estrategias empresariales, sus principios se aplican perfectamente al crecimiento y desarrollo personal. La idea de definir dónde jugar y cómo ganar no se limita a los negocios; también es extremadamente relevante para nuestras vidas personales. Imagina que quieres mejorar tu bienestar general: podrías empezar definiendo claramente cuál es tu aspiración ganadora, tal vez lograr un estado físico óptimo o mejorar tu salud mental.

A continuación, decides dónde jugar: podrías enfocarte en el ejercicio, en mejorar tus hábitos alimenticios, o en dedicar tiempo a actividades que fomenten la relajación y el bienestar. Luego, debes decidir cómo ganar: podrías diferenciarte integrando una combinación única de actividad física, meditación, y cambios en la dieta que te funcionen a ti específicamente. Las capacidades necesarias podrían incluir aprender más sobre nutrición, desarrollar disciplina para mantener un régimen de ejercicios, y aprender a manejar el estrés. Finalmente, un sistema de gestión efectivo podría incluir un plan de seguimiento de tus avances, la implementación de recordatorios diarios para mantenerte en el camino correcto, y el apoyo de un grupo o una comunidad que te inspire a seguir adelante.

A nivel personal, aplicar estos principios puede tener un impacto significativo en diversas áreas de la vida. Por ejemplo, si tu aspiración ganadora es mejorar tus relaciones personales, podrías decidir dónde jugar enfocándote en fortalecer las relaciones más importantes para ti, como la familia y los amigos cercanos. ¿Cómo ganarías en este aspecto? Quizás podrías diferenciarte mostrando una mayor empatía, escuchando activamente y siendo una persona en la que otros puedan confiar. Las capacidades necesarias para esto podrían incluir el desarrollo de habilidades de comunicación y empatía, mientras que un sistema de gestión podría implicar dedicar tiempo regularmente a conectarte con las personas importantes en tu vida y asegurarte de que esas relaciones se mantengan fuertes y saludables.

Otro ejemplo podría ser la búsqueda de un equilibrio entre la vida laboral y personal. En este caso, tu aspiración ganadora podría ser alcanzar un equilibrio que te permita disfrutar de tu trabajo sin sacrificar tu bienestar personal. Decidir dónde jugar podría significar establecer límites claros en cuanto a horarios laborales y actividades personales. Ganar implicaría diferenciarte por tu habilidad para gestionar el tiempo de manera efectiva y por saber cuándo es momento de decir «no». Las capacidades necesarias para esto incluirían habilidades de organización, gestión del tiempo y técnicas de mindfulness. Finalmente, un sistema de gestión podría consistir en un plan semanal que integre actividades laborales y personales, y que te permita mantener un equilibrio que fomente tanto la productividad como el bienestar.

Estos principios también pueden aplicarse a la búsqueda de nuevas habilidades o hobbies. Supongamos que siempre has querido aprender a tocar un instrumento musical. Definir tu aspiración ganadora sería, por ejemplo, poder tocar una canción completa en el piano. ¿Dónde jugarías? Podrías decidir tomar clases en una academia local o aprender de manera autodidacta a través de videos en línea. ¿Cómo ganarías? Tal vez podrías diferenciarte estableciendo una rutina diaria de práctica que te permita avanzar de manera constante. Las capacidades necesarias incluirían la paciencia, la constancia y la habilidad de seguir instrucciones. Un sistema de gestión para lograr este objetivo podría ser llevar un registro de tus avances y fijarte pequeñas metas semanales que te mantengan motivado.

Una Reflexión para Inspirarte a Tomar Acción

El gran aporte de «Playing to Win» es la claridad con la que establece que cada elección cuenta y que cada una de esas elecciones nos acerca o aleja de nuestro objetivo. La estrategia no es una ciencia abstracta; es una serie de decisiones deliberadas, muchas veces difíciles, que toman lugar en el día a día. Cada movimiento estratégico, cada decisión, tiene el poder de definir si estamos avanzando hacia nuestras aspiraciones o si estamos desviándonos del camino.

Lo que propongo es que utilices las enseñanzas de este libro como una forma de evaluar tu próximo gran movimiento. Pregúntate cuál es el éxito que buscas y, sobre todo, cómo vas a conseguirlo de una forma que sea única para ti. Definir el juego que quieres jugar y las reglas que lo harán funcionar para ti es la mejor manera de asegurar que, cuando llegue el momento de evaluar los resultados, puedas decir que jugaste para ganar. Cada paso que tomas debe ser intencional, alineado con tu visión personal o profesional, y orientado hacia la construcción de un futuro en el que te sientas pleno y exitoso.

La verdadera fuerza de una estrategia efectiva radica no solo en las grandes decisiones, sino también en las elecciones diarias que parecen pequeñas pero que en realidad son fundamentales para el éxito a largo plazo. La idea es comprometernos con nuestras aspiraciones ganadoras, decidir dónde vamos a jugar y cómo vamos a diferenciarnos, desarrollar las capacidades necesarias y construir los sistemas de gestión que nos mantendrán en el camino correcto. Así, podremos mirar hacia atrás y saber que cada movimiento fue parte de un plan más grande, un plan que nos llevó exactamente hacia donde queríamos ir.

En última instancia, la estrategia es una herramienta poderosa no solo para las organizaciones, sino también para los individuos. Definir nuestras aspiraciones, tomar decisiones deliberadas y comprometerse con ellas es lo que nos permite alcanzar el éxito en cualquier aspecto de la vida. Ya sea que estés liderando una empresa, construyendo una carrera o mejorando tus relaciones personales, los principios de «Playing to Win» te proporcionan una hoja de ruta clara para lograr tus objetivos y para asegurarte de que, al final del día, estás jugando para ganar en los aspectos que más te importan.

Recuerda que no se trata solo de tener grandes aspiraciones, sino de ser capaz de tomar las decisiones adecuadas y comprometerse con ellas día tras día. La estrategia es acción, es compromiso y, sobre todo, es una manera de asegurar que nuestras acciones estén alineadas con lo que más valoramos. Así que, al pensar en tu próximo movimiento, ya sea en el trabajo, en tu desarrollo personal o en tus relaciones, pregúntate: ¿Estoy jugando para ganar? ¿Estoy tomando decisiones que me acercan a mi objetivo? Y si la respuesta es sí, sigue adelante con determinación y confianza, porque estás en el camino correcto.

Deja un comentario